Circo de Peñalara, La piedra (España)
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Circo de Peñalara, La piedra (España)
Circo de Peñalara. La piedra
Ha habido escritores como Bernaldo de Quirós en Madrid o Giono en París que comentaron hace mucho la pérdida de su ingenuidad pedagógica, tras haber cantado la belleza de las montañas, al comprobar que el modo más habitual de acercamiento a ellas era el turístico de masas. Esto ocasionaba que lo que se iba a buscar allí por este procedimiento no coincidiera en nada con los valores que estimaban y que pensaban que iban a impregnar a la sociedad. Al revés, ese modo de viajar los destruía. Ese sistema de acercamiento, además de impedir a los invasores empaparse de la grandeza del lugar, transportaba a éste sus mezquindades: no sólo las fuentes no limpiaban sus corazones, sino que eran también ensuciadas.
El poder moral del paisaje se impermeabiliza así con pantallas de máquinas, de hoteles-refugio y gentíos "a prueba de estrellas". Hasta el marco montañoso se sustituye y se deteriora si conviene al fin empresarial de la fábrica de ocio. Esto llegó a Peñalara -lugar protegido en la Sierra de Guadarrama desde 1930- un día aciago, hacia 1970, y permaneció allí hasta hace poco. Pero si usted camina ahora mismo por ese lugar asistirá al prodigio, realmente insólito, de un paisaje devuelto, de una montaña recuperada. Este formidable rescate es un ejemplo de que hay una nueva manera de entender y de hacer las cosas -resucitar un valor y un cuadro que creíamos enterrados- y de que es posible hacerlo en muchas partes. Un quijotesco acto de civilización que se basa en una concepción de la montaña como cultura, como espacio de libertad. Pero nunca se habrían dado estos pasos sin una voluntad protectora bien activa, determinada y mantenida en la Comunidad y en la sociedad madrileña, que han preferido expresamente para Peñalara y para sí mismas este modo de guardar a su mayor montaña.
Llegué al circo glaciar de Peñalara por primera vez bastante antes de que comenzara su deterioro como espacio industrial turístico. Encontré en él los símbolos de la grandeza de las altas montañas, el sentido de un paisaje disperso por el mundo de cimas labradas por los hielos antiguos, de roquedales bravos, lagunas misteriosas y arroyos alegres; Peñalara fue primero una evocación de otras nieves, otras piedras, y luego tomó fuerza su propia personalidad erguida en los cordales del Guadarrama. Aprendí allí, con viejos escritos, a descifrar el lenguaje de las rocas, de los hielos; la sierra fue mi maestra, respondió a mis preguntas sobre la sustancia de las montañas desde su materia al espíritu. A esta gran piedra debo en no poca medida lo que sé de las montañas.
Pero recuerdo aquel aciago día en el que me tropecé con unos mecánicos cazando entre el bosque hasta ese momento protegido. Se habían apropiado ya del santuario, lo habían abierto con máquinas, levantaban torres metálicas, extendían cables, no quedaba nada del silencio, el paisaje fue humillado hasta el fin y entregado a la banalidad y al ruido.
Cómo llegar a Circo de Peñalara
Llegar en coche
Desde Madrid al Puerto de los Cotos, en la Sierra de Guadarrama.
Llegar caminando
Desde aquí a la Laguna Grande o a la cumbre de Peñalara.
ÍNDICE: Turismo y Viajes a Madrid
Ha habido escritores como Bernaldo de Quirós en Madrid o Giono en París que comentaron hace mucho la pérdida de su ingenuidad pedagógica, tras haber cantado la belleza de las montañas, al comprobar que el modo más habitual de acercamiento a ellas era el turístico de masas. Esto ocasionaba que lo que se iba a buscar allí por este procedimiento no coincidiera en nada con los valores que estimaban y que pensaban que iban a impregnar a la sociedad. Al revés, ese modo de viajar los destruía. Ese sistema de acercamiento, además de impedir a los invasores empaparse de la grandeza del lugar, transportaba a éste sus mezquindades: no sólo las fuentes no limpiaban sus corazones, sino que eran también ensuciadas.
El poder moral del paisaje se impermeabiliza así con pantallas de máquinas, de hoteles-refugio y gentíos "a prueba de estrellas". Hasta el marco montañoso se sustituye y se deteriora si conviene al fin empresarial de la fábrica de ocio. Esto llegó a Peñalara -lugar protegido en la Sierra de Guadarrama desde 1930- un día aciago, hacia 1970, y permaneció allí hasta hace poco. Pero si usted camina ahora mismo por ese lugar asistirá al prodigio, realmente insólito, de un paisaje devuelto, de una montaña recuperada. Este formidable rescate es un ejemplo de que hay una nueva manera de entender y de hacer las cosas -resucitar un valor y un cuadro que creíamos enterrados- y de que es posible hacerlo en muchas partes. Un quijotesco acto de civilización que se basa en una concepción de la montaña como cultura, como espacio de libertad. Pero nunca se habrían dado estos pasos sin una voluntad protectora bien activa, determinada y mantenida en la Comunidad y en la sociedad madrileña, que han preferido expresamente para Peñalara y para sí mismas este modo de guardar a su mayor montaña.
Llegué al circo glaciar de Peñalara por primera vez bastante antes de que comenzara su deterioro como espacio industrial turístico. Encontré en él los símbolos de la grandeza de las altas montañas, el sentido de un paisaje disperso por el mundo de cimas labradas por los hielos antiguos, de roquedales bravos, lagunas misteriosas y arroyos alegres; Peñalara fue primero una evocación de otras nieves, otras piedras, y luego tomó fuerza su propia personalidad erguida en los cordales del Guadarrama. Aprendí allí, con viejos escritos, a descifrar el lenguaje de las rocas, de los hielos; la sierra fue mi maestra, respondió a mis preguntas sobre la sustancia de las montañas desde su materia al espíritu. A esta gran piedra debo en no poca medida lo que sé de las montañas.
Pero recuerdo aquel aciago día en el que me tropecé con unos mecánicos cazando entre el bosque hasta ese momento protegido. Se habían apropiado ya del santuario, lo habían abierto con máquinas, levantaban torres metálicas, extendían cables, no quedaba nada del silencio, el paisaje fue humillado hasta el fin y entregado a la banalidad y al ruido.
Cómo llegar a Circo de Peñalara
Llegar en coche
Desde Madrid al Puerto de los Cotos, en la Sierra de Guadarrama.
Llegar caminando
Desde aquí a la Laguna Grande o a la cumbre de Peñalara.
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