El río Aguas Limpias en Aragón (España)

LLega a Sallent de Gállego, en el pirenaico Valle de Tena, un río transparente que recibe este glorioso nombre: Aguas Limpias. Parece el representante, el superviviente de aquellos caudales alegres y ágiles de otro tiempos, en una península de ríos hoy tan heridos, sucios y domesticados. Pero tampoco lo es, pues, en realidad, está sometido a una secuencia de embalses y tuberías que perturban su espontaneidad. Así, si remontamos el valle del Aguas Limpias hacia la Sarra, encontraremos ya a 1.440 m. de altitud la presa más baja de este río, que recibe aguas no sólo de sus cabeceras naturales, sino también de las captadas y canalizadas artificialmente de otras alturas.

No obstante, el valle es armonioso, el paisaje agreste, el río efectivamente limpio. En su orilla izquierda se abre el Barranco de Pondiellos, de amplias praderías, y sobre él altos circos y aristas -por encima de los 2.600 m.-; y, tras un rellano oculto salpicado de ibones, destaca la pirámide del pico del Infierno (3.086 m.), izado sobre un tronco de blancas marmoleras, y enmarcado por bandas de estratos rocosos. Valles bucólicos y cumbres falsamente infernales.



A partir de la Sarra el valle del Aguas Limpias constituye uno de los lugares naturales del Pirineo más valiosos, tanto en el desarrollo de sus elementos propios, como puerta de entrada e introducción progresiva al mundo de la alta montaña. Las hayas del camino hacia Llanocheto crean enseguida el ambiente de los bosques húmedos y, cuando la garganta se angosta, el río se encajona y las cascadas se suceden, las rocas junto al sendero muestran huellas del antiguo paso de la lengua glaciar que por aquí descendía hace unos cuantos miles de años, pulimentando las laderas y labrando molduras y estrías y acanaladuras. Cruzan en vertical la empinada ladera canales de aludes.

El Aguas Limpias se encaja luego en el granito y todas las claves del paisaje pasan a ser la obra de estas rocas y aquellos hielos; se interna en el macizo, es absorbido por la alta montaña y se pierden los caracteres rurales y boscosos de sus tramos bajos.

Por encima, el valle de Arriel responde enteramente a ese modelado glaciar escalonado y termina en un circo con formas de excavación intensas, en cubetas rellenas por lagos transparentes, rodeadas de picos piramidales. Las aguas sumergen rocas de aristas vivas, piedras pulimentadas del gris suave del granito. En la cabecera del Aguas Limpias, el llamado Circo de Piedrafita está formado realmente por ocho circos convergentes, rodeados de altas aristas.



Al Norte sus cumbres y crestas son más afiladas, rígidas, lineales, con graderías y muros, con elevadas paredes sobre el fondo de circo: escarpado mundo resuelto en peldaños torreados, crestas astilladas, paredes, repisas, fondos en canal, culminado por agujas góticas, perfiles de catedrales anteriores a los hombres.

Los altos valles se cierran así finalmente por murallas naturales (en lo que al sur denominamos "Vuelta Barrada" y al norte "Montagne Barrade"), para dejar paso a siluetas tan aserradas que han merecido el nombre de Crestas del Diablo. Como alguien les llamó también "campanarios del mundo", el viajero decidirá ya a su pie, entre el bien y el mal, en un día soleado o en plena borrasca, lo que le parezca más apropiado a su ánimo.

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