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Ruta transahariana El Sáhara y Saint-Exupèry

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Silvia

Ruta transahariana El Sáhara y Saint-Exupèry

Nota Mar 05 Oct, 2010

Saint-Exupery, la transahariana por aire

El gran nombre propio y el gran cronista de la ruta transahariana de la costa atlántica es el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, del cual se cumple ahora el centenario.

El autor de El Principito vivió en la desolada Tarfaya -capital del protectorado español del sur de Marruecos-, entre 1927 y 1929. Él solía realizar la travesía del desierto por el aire, porque era responsable de la escala de Cabo Juby en la línea Casablanca-Dakar de la compañía aérea Latécoère.

De esta estadía nació Correo Sur, su primera novela, gracias al aburrimiento soberano en que su vida estaba sumida. En esa obra escribe:

Vivíamos unos sobre otros de cara a nuestra propia imagen, la más miope. No sabíamos estar aislados en el desierto: hubiéramos necesitado volver a casa para imaginar nuestro alejamiento y descubrirlo en toda su perspectiva.

La ruta de las caravanas está marcada por huesos: esqueletos pillados por los moros (...) Mil kilómetros de arena hasta Port-Étienne [Nuadibú]: cuatro casuchas en el desierto.

Eugeni Casanova

Saint-Exupèry, el guardián de las estrellas

Siempre recordaba aquellas primeras lecciones de geografía impartidas por su maestro y después amigo Guillaumet. Bajo la luz de la lámpara, el maestro dictaba su clase: Desconfía de los tres naranjos que hay a la entrada de Guadix. Márcalos en tu mapa. Y el alumno pensaba: En mi mapa, aquellos tres naranjos eran más importantes que Sierra Nevada. También tenían su importancia determinado arroyo, la casita de dos labriegos en el monte o un pequeño rebaño de borregos, pues todo ello ocupaba sus coordenadas en el mapa. Por entonces, los mapas de los pilotos eran así. Pura geografía humana.

Los hombres no pertenecen a un territorio, pertenecen a su infancia decía este aristócrata francés, huérfano de padre desde los cuatro años y protagonista de una infancia radiantemente feliz en los sucesivos castillos y mansiones de su desahogada familia.

Saint-Exupéry escribió El Principito, su libro más famoso, un año antes de morir y lo hizo en un estilo apropiadamente ingenuo para transmitir lo que siempre le obsesionaba: mostrar y entender lo que hay detrás de las apariencias, explicar simbólicamente las desviadas construcciones morales en los que caen los adultos.

En la aviación, entonces, había mucho de magia, bastante azar, y auténtica aventura. Cuando a los 19 años cumple su servicio militar en Estrasburgo, habiendo abandonado sus intenciones de ingresar en la Escuela Naval, Saint-Exupèry percibe el clima de excitación y desarrollo técnico que se estaba viviendo apresuradamente en este periodo de entreguerras. Francia ocupaba un lugar destacado desde los primeros años del siglo, de hecho estaba a la vanguardia del movimiento aeronáutico gracias a figuras como Voisir, Farman y Blériot, éste último protagonista de la travesía del Canal de la Mancha en 1909. Con la guerra del 14 se dio un salto definitivo y los progresos realizados se enfocaron hacia la aviación comercial y el reparto de correspondencia. También los largos vuelos sin escalas iban a ser muy pronto posibles desde que Charles Lindberg consiguió en 1927 culminar de esta manera el vuelo Nueva York-París. La feliz coincidencia de que se reuniera en una sola persona el pionero del aire, el aviador heroico, junto al escritor y al pensador eleva a nuestro personaje a las alturas de la fascinación.

Sentía nostalgia de la acción y de la embriaguez que produce a causa del deber satisfecho, así que aprovechó la preparación del desembarco aliado en Africa septentrional para pedir su incorporación a su antigua unidad, la 2/33 ahora bajo mando norteamericano. Córcega sería el último destino. Murió en su avión, la herramienta que siempre le había servido para pensar y juzgar al hombre casi a escala cósmica. Ahora recordamos, cien años después de su nacimiento, estas palabras clave: Aunque la vida humana no tiene precio, actuamos siempre como si algo la superase en valor.... ¿Pero qué es ese algo?. A esta enojosa pregunta Saint-Exupèry aportó algunas ideas. Están en sus libros.

CONTENIDOS
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