El sendero de Tucarroya, Aragón (España)

Si ha llegado hasta la cabecera del Valle de Pineta, en el Pirineo aragonés, no puede renunciar a subir caminando desde el Parador de Monte Perdido por el sendero de Tucarroya, que le conduce hasta el pie de los glaciares colgados de Monte Perdido. Es buena trocha, rápida, empinada, que supera un marcado desnivel, pero con un final espectacular en el Balcón de Pineta a 2.520 m. de altitud, repisa abierta directamente sobre el valle y peana bajo las azuladas grietas que hienden el frente del glaciar. Extraordinario lugar, parecido a un reposadero de rapaces. Pero lo más valioso no es esta vista, sino lo que aparece detrás.



Allí le espera el ámbito propio de un circo glaciar escondido, suspendido sobre los bosques oscuros y cóncavos de los que hemos salido, con un paisaje definido por su intensidad: un recinto de roca desnuda, lacerada por el frío y la tormenta. En su cuenco alberga un lago oscuro en el que flotan incluso en verano témpanos que parecen prolongar la larga estación de nieve y de hielo: aquí están reunidos, guardados como en una cámara secreta, todos los símbolos de la altitud. El recinto silencioso, logrado con esfuerzo, está coronado por franjas de hielo resplandeciente retiradas en peldaños rocosos difícilmente accesibles, que intensifican sus caracteres de alta montaña.

Es necesario vivir este silencio, la fuerza de este reducto de rocas ocres y grises que forman un limitado e intenso universo, dedicado sólo a lo más simple de la materia, retirado de cualquier debilidad, extraña sala compuesta por la reunión selecta de sólo los elementos descarnados, pedregosos, de las partes remotas del mundo que arman las regiones australes y boreales o los altos parajes diseminados por las grandes cordilleras. Es necesario recorrerlo, permanecer allí un tiempo, si nos interesa no pasar por esta tierra sin enterarnos de algunos de los términos más significativos de su grandeza original. Hay, finalmente, que alcanzar su fondo y asomarse al hueco septentrional de Gavarnía (Gavarnie en francés), embudo gemelo de Ordesa, repentinamente abierto en un ingente apilamiento de capas rocosas, donde se descubren las entrañas de piedra en que se asientan las cumbres solemnes de las Tres Sorores.

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