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Turismo en Península de Paria

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Turismo en Península de Paria

Nota Vie 30 Jul, 2010

La península de Paria, "Tierra de Gracia" llamada así por Cristóbal Colón está ubicada en el extremo norte de la Serranía del Litoral Oriental, en la jurisdicción de los municipios Arismendi, Mariño y Valdez del estado Sucre, Venezuela.

Comenzaré por decir que cuando un navegante dice Paria, normalmente se refiere a la costa de lado norte y no a la verdadera parte sur, que corresponde al golfo de Paria. El puerto venezolano más conocido es Guíria, al cual se puede llegar por carretera.

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Esto no puede hacerse por la costa norte, cuyas altas montañas y densa selva impiden la afluencia masiva de gente y dejan estos hermosos lugares para disfrutar a los que se animen a llegar por mar. Aclarado esta parte empecemos con el viaje alargando este brazo de tierra venezolana, que corre de Este a Oeste. Como el Charrán hizo este recorrido unas cinco veces, comenzaré por uno, en que partimos de la isla de Margarita (Porlamar) a las 8:30, con viento del E.N.E.; de un solo borde arribamos a Pta. Esmeralda, donde fondeamos con cuatro metros, aquí las aguas son turbias debido a un río que desemboca en la bahía y a los bajos de barro, por el paisaje es hermoso. La montaña que forma la punta está poblada por todo tipo de aves, pelícanos, alcatraces, charranes, etc. Allí anidan seguros de todo peligro.

En esa punta hay una playa que hace las delicias de chicos y grandes. Dos días después partimos y navegamos haciendo bordes cortos, con esta estrategia se evita una fuerte corriente que corre rumbo W. A pocas millas de la costa. A las 14:00 fondeamos en las tranquilas aguas de la bahía Hernán Vázquez, una milla de Carúpano, fondo de arenas; el ancla cayó en tres metros y toda una playa frente al barco. Al Día siguiente partimos a motor para entrar a Pto. Santos, esta es una gran bahía, donde nos aprovisionamos de agua y combustible.

De Pto. Santos a Cabo mala Pascua hay sólo diez millas, este cabo debe su nombre a Cristóbal Colón, lo bautizó así debido a que tuvo que refugiarse de una tempestad en la ensenada Medina, la violencia del viento y las mar no le permitieron pasar ese cabo. Fondeamos a 3,50 Mts., fondo de arena, ya que en esta zona el agua es clara se puede recoger y comer sabrosos mejillones; hay una hermosa playa de arena; toda la parte de arena es privada

Hay varios bungalows perdidos entre los cocoteros, un bar y un comedor con excelente comida; gente que cuida el parque y la playa y se ve meticulosamente limpio y bello. Permanecimos una semana en ese espléndido lugar y luego partimos a Unara, un pueblecito que está a dieciséis millas. Luego viene la parte más larga de todo el recorrido, de Unare a Mejillones, treinta y cinco millas. Desde julio a octubre hay poco viento o nada pero a partir de la mitad de noviembre los vientos se hacen fuertes y la navegación muy mala, esta vez no hubo viento y navegamos a motor por la costa, admirando las montañas cubiertas de frondosa naturaleza y selva que cae a pie de la mar.

En el trayecto pescábamos bonitos que al fondear, los filetes deleitaron el paladar de los tripulantes. Ahora paso a relatar directamente el libro de la bitácora: entramos a las 15:00 en la Ensenada Mejillones, enfilé la proa del Charrán a donde se veían unas casas y peñeros fondeados; un bote vino en nuestra dirección y el hombre que lo tripulaba nos digo que el lugar era bastante bueno para fondear; nos ofreció llevarnos a bucear, luego nos dijo que iríamos a su casa a comer cocido de gallina y no recuerdo cuantas cosas más, que ninguna cumplió, sólo llevarnos a bucear y que matara pescado para toda la población; cuando Juan Manuel estuvo sólo con ellos en la embarcación le preguntamos si tenía bebidas alcohólicas a bordo, ahí me di cuenta el porque de tanta amabilidad.

Al día siguiente partimos de ese lugar poco interesante y navegamos seis millas para entrar en la bahía de pta. Pargo, aquí la gente es cordial, la bahía es muy buena para fondear y separada de los vientos reinantes; se puede comprar provisiones cosa que hicimos inmediatamente. Allí pasamos dos días, luego navegamos tres millas para entrar a la bahía de San Francisco.

Este es un lugar muy especial, hermoso desde todos los ángulos que se mire; la exuberante selva cayendo sobre la mar, angostas playas de arena, dos arroyos de agua cristalina, muy buena para beber; naranjos y mandarinos, con una casa abandonada, todo el paraje es bonito y solitario. Amigos míos del lugar me contaron varias historias de ataques a barcos en este sitio.

Me dieron varios consejos, y... no los desprecié. Dormí con las armas a mano y confiado de nuestra perra Pety II nos alerta el tiempo. Fondeamos en siete metros de arena y agua transparente. Mientras Marta (mi esposa) fue a lavar ropa y los chicos juntaban naranjas y mandarinas, yo fui a bucear y maté un mero de 9 Kg. Lo cocinamos lentamente al asador; cenamos juntos al fuego, acompañando este delicioso pescado con buen vino blanco. Hicimos un par de millas más y llegamos al último poblado que daba a la punta de Paria, se llama Uquire, donde tenemos buenos amigos que fuimos haciendo en tantos viajes; nos recibieron muy bien, hicieron empanadas para festejar nuestro regreso, nos daban frutas y huevos.

Un lugar muy hermoso para dejar pasar unos días, hay agua abundante, provisiones y combustible. Los días allí se pasan volando y nosotros teníamos que cruzar a Grenada para seguir nuestro viaje; pero con la promesa de retornar el próximo año.

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